from THE SOLITUDE OF FORMS
By Ana Gorría
There is always a fold within a fold.
Gilles Deleuze
Your Proximity as Utopia
As you hold your breath, like a watchman waiting for sunrise. Let’s replace immediacy with a swift cataclysm, replace the chasm with morning fires. Is this all that can be known? Is this why this void of the body to a body, why the voice not whispered, why the pairs of eyes inside a tunnel will never meet?
Bending
The searching hand is sliding along like a cold mollusk. To find. And not to find. Everything that this undoes. Something else, against time: shapes rising like bones from a common grave. But still we reappear, fast and beautiful as a new epoch. The blessed and the mournful. All our faces without names. Our bodies carving out paths that are imperceptible, like gradual bends in a road. But all around us, all that had appeared is disappearing now.
In the Distance
The gesture: no one expected it, so swift was the body. Swifter than a shadow racing against midnight. The unforeseen tremor. Taking us with it, turning our steps into wreckage as it fled. It made of our solitude first a kind of wharf, suspended and with a single shore, but then more of a terse, turbulent and arid space of thirst, like an escape from the north. The rhythm breaking down. Also like a spin giving out, the torsion escaping the flesh like a lance. And all of it wincing like a salted wound. But no one gets to hear the pulse of our saliva, or hear how we slip through labyrinths, slow skin, like ever so many vanishing points.
Disorders
A game that is being played beneath life. Things appear. This rumor that feels like a body. What it has pushed with its fragility. Every step it drags from us, from the labyrinths to the door. Its impatient tyranny. We open up the distance and the hasty thing: the tongue (its babble, the uneasy speech) is a castaway of language. And everything here is distance. The sounds are small that constitute reality. Treacherous and slow and undefined, too flimsy for knotting or the raging blows—the mouth only has room for the impatient places.
Soaking
Almost drops of water, until the distance breaks down. It happens with a tremor beneath the voice, damp and neutral. Here it is possible to think of death. What we do not see does in fact exist. The landscape that is a body that is a landscape. To breathe like a river against all that disappears. Soon the grasses will catch fire. The horizon is beginning to curve already. And any other pleasure may no longer do.
Monadology
The doors have always been open and closed. A heat that oppresses us and makes it impossible to breathe, here along the borders of this imperfect labyrinth, a place as unreal and true as the utopian afternoon that was sketched out once on the other side of destiny. We find ourselves inside; we find ourselves outside, suspended. Others are resting, still tied to the rhythm we feel bound to our own ribs. Rarely discrete in that trembling mathematics, but almost continuous, I see my reflection when I cross at the corner. Wombs turning back up ahead. Contretemps.
ORIGINAL TEXTS
De LA SOLEDAD DE LAS FORMAS
Siempre hay un pliegue en el pliegue.
Deleuze
La utopía de tu proximidad
Al suspenderse la respiración, igual que el centinela al esperar la aurora. Sustituyamos lo inmediato, por el ligero cataclismo. El hueco, por el incendio en alba ¿Es esto lo que se puede comprender?, ¿Por eso así el vacío del cuerpo al cuerpo, la voz no murmurada, los ojos que en el túnel no se encuentran?
Curvas
La mano que busca se desliza como un caracol frío. Encontrar. No encontrar. Todo lo que deshace. Algo más, contra el tiempo las formas aparecen como huesos alzados de una fosa común. Sin embargo, volvemos a aparecer tan rápidos y hermosos como una nueva era: los dichosos y tristes. Todos rostros sin nombre. Los cuerpos marcan minúsculos caminos como lentos meandros. Alrededor, sin embargo, lo que aparece ha
desparecido.
A lo lejos
El gesto: tan veloz era el cuerpo que nadie lo esperaba. Más veloz que la sombra contra la medianoche. El temblor imprevisto. Andándonos también, al huir transformando los pasos en naufragios, haciendo de la soledad un puerto suspendido con una sola orilla, aunque próximo, terco, turbulento, árido espacio de la sed como fugas del norte. El ritmo se deshace. Aunque también un giro que se pierde, el escorzo extraviado de lacarne como una lanza. Todo, como si fuera una herida en la sal, se estremece. Nadie, por el contrario, llega a escuchar el golpe de saliva. Y cómo, al esquivarnos entre los laberintos, lenta piel, somos puntos de fuga.
Desórdenes
Un juego por debajo de la vida. Las cosas aparecen. Este rumor que hemos sentido cuerpo. Lo que ha empujado con fragilidad. Cada paso que arrastra, de nosotros, entre los laberintos y la puerta. La tiranía impaciente, abrimos la distancia y lo precipitado: la lengua –balbuceos, incómodo lenguaje- Naufraga del idioma, todo es distancia aquí. Son pequeños los ruidos que hacen la realidad. Atravesada y lenta, indefinida, tan rota para el nudo como un golpe voraz. La boca aguarda solo lugares impacientes.
Mojada
Casi gotas de agua, hasta que la distancia se interrumpe. Sucede al tiritar bajo la voz, húmeda y neutra. Es posible pensar aquí en la muerte. Lo que no vemos es. El paisaje que es cuerpo que es paisaje. Respirar como un río contra todo lo que desaparece. Pronto se incendiará la hierba seca, ya el horizonte es curvo y el resto del placer tal vez no baste.
Monadología
Las puertas siempre han estado abiertas y cerradas. El calor que ha azotado y ha hecho irrespirable los contornos de este impreciso laberinto que es tan irreal y cierto como la tarde utópica que es dibujada más allá del destino. Nos encontramos dentro, nos encontramos fuera suspendidos. Otros descansan y sin embargo están, también, hilados a este ritmo que sentimos pegado, también, a la costilla. Pocas veces discreta entre la matemática que tiembla. Aunque, casi continua, encuentro mi reflejo al cruzar una esquina. Vientres que retroceden adelante. Contratiempos.